De la aceituna se aprovecha hasta sus huesos. Actualmente se utilizan para realizar desde combustible a fabricar plaguicidas que protejan los cultivos o si se carbonizan valen también para rellenar almohadas y hacer que los materiales para la construcción sean más ligeros y sostenibles. La última novedad es que gracias a ellos se pueden realizar incluso juguetes.
Los últimos que han sorprendido con una idea muy atractiva para aprovechar las propiedades de los huesos de aceituna y a la vez ir desechando el uso del plástico, han sido la diseñadora brasileña Silvana Catazine y el arquitecto español Josean Vilar. Desde su empresa, Naifactory Lab, un espacio de innovación situado en Barcelona, están creando nuevos materiales circulares realizados a partir de subproductos, como los huesos de aceituna.
Con este nuevo biomaterial orgánico al que han llamado Reolivar, ya están fabricando juguetes (el 90 por 100 de los fabricados hoy en día son de plástico), con la singularidad de que además son reutilizables. De modo que, a esta segunda vida que se da a los huesos, se añade la posibilidad de convertir los juguetes en nuevos objetos de decoración ya que el material se puede derretir calentándolo en un cazo, y transformarlo en una pieza nueva mediante moldes y sin emitir gases tóxicos.
Naifactory Lab también fabrica muebles y stands de exposiciones que cambian de forma y color para cada nueva edición y que resultan mucho más livianos que los elaborados en madera. Su tacto gravita entre la madera y el vidrio soplado y su textura, aspecto y función es muy similar a la madera, a la vez que es 100% remodelable, sostenible y compostable.
El material lo adquieren de pequeñas cooperativas de cultivo ecológico y tras un proceso de triturado en el laboratorio, añaden varios ingredientes que quedan bajo secreto industrial, para aglutinar el material según la elasticidad, permeabilización y resistencia finales.
El biomaterial puede tener desde aspecto transparente, a una textura granulada o un aspecto muy similar a la madera. También está disponible en diferentes colores gracias a un proceso de teñido que utiliza tintes naturales procedentes del aguacate, la cúrcuma, el índigo o la cochinilla.
Pero Silvana y Josean no están solos en esta carrera por encontrar buenos biomateriales con segundas vidas muy útiles. De hecho, varios científicos internacionales han iniciado un proyecto en el que usan deshechos de hortalizas como la zanahoria para convertirlo en biocombustibles. “Ahora estoy investigando y creando materiales circulares para aplicar a nuestros proyectos de diseño de productos e inspirar a otros diseñadores”, asegura Silvana, formada en diseño de materiales circulares en la escuela Elisava, que quiere que el diseño de productos ecológicos basados en biomateriales, tecnologías sostenibles y producción social responsable tenga futuro y para ello, imparten diversos talleres y cursos de capacitación.
La economía circular gana adeptos poco a poco. Además de la reutilización de materiales, encontramos ya proyectos más transversales como el de Ecoembes y su Circular Lab con el objetivo de potenciar y estandarizar el proceso de reciclaje en España, aunque también disponemos de ejemplos en el extranjero como el centro comercial dedicado a la economía circular en Suecia o el proyecto de ciudad sostenible que se está realizando en Dubai.
Lo que parece claro es que estos ejemplos de economía circular, a los que se une este proyecto de “nuevo plástico” elaborado a partir de las olivas es de marca española, podrían sin duda aportar alternativas que reduzcan e, incluso, eviten la producción de plástico a nivel mundial.
*Imágenes realizadas por Mike Water.
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