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01 DE JUNIO |

Crean una batería que no es tóxica y se puede comer

Se trata de una alternativa válida y no tóxica a las baterías de iones de litio.

La intoxicación por ingesta de baterías supone, según estudios de la Comisión Europea, más de 4.000 casos al año y son especialmente peligrosas para los niños, pudiéndoles causar quemaduras en el esófago, úlceras y, en casos graves, incluso la muerte. De ahí que este prototipo de pila comestible pueda salvar a partir de ahora muchas vidas.

El invento ha sido desarrollado por investigadores del Instituto Italiano de Tecnología (IIT) en Milán, quienes han creado el primer prototipo de batería recargable y comestible del mundo. Desarrollado gracias a los estudios de Mario Caironi, coordinador del Laboratorio de Electrónica Impresa y Molecular del Centro IIT de Milán en el campo de la electrónica comestible, este proyecto ha sido financiados por el Consejo Europeo de Investigación con el fin de que los científicos sigan trabajando para construir baterías más seguras y menos tóxicas, en línea con la sostenibilidad del futuro.

La revolucionaria tecnología que ha utilizado solo materiales aptos para uso alimentario podría usarse también en un futuro próximo para el control de la calidad de los alimentos, el diagnóstico médico e incluso para crear robots comestibles.

Crean la batería comestible a prueba de niños - ÓN

Pero ¿de qué están hechas estas nuevas pilas?

Los científicos han fabricado estas pilas comestibles a base de vitamina B2 (riboflavina), como ánodo, y quercetina, una sustancia que se encuentra en las alcaparras y las almendras, como cátodo. Para mejorar la conducción eléctrica, han usado carbón activado, comúnmente utilizado como medicamento de venta libre, mientras que el electrolito está creado a base de agua.


Las algas marinas, que se usan ya como packaging comestible de alimentos, tienen también su uso en estas baterías. En este caso, es el alga nori (utilizada habitualmente en la preparación del sushi) la que conforma el separador, fundamental para evitar cortocircuitos. Además, los electrodos fueron encapsulados en cera de abejas y dos contactos en oro comestible, derivado de la celulosa, que es el que usan los pasteleros como láminas para adornar sus tartas.

Las baterías resultantes son unas obras maestras electrónicas de un voltaje de 0,65V, suficientemente bajo como para no causar daño al cuerpo humano si se ingiere. Y en cuanto a su vida útil, es de 12 minutos a una corriente de 48ª; suficiente para alimentar pequeños dispositivos electrónicos como LEDs de bajo consumo. Además, son recargables. Y lo más importante es que este primer paso allana el camino para nuevas aplicaciones electrónicas comestibles.

Esta innovación demuestra que se pueden desarrollar fuentes de energía más seguras que las actuales baterías de iones de litio.

Mario Caironi, coordinador de la investigación

Como afirma Mario Caironicoordinador de la investigación, “la creación de baterías seguras y libres de materiales tóxicos representa un desafío para los científicos comprometidos en la construcción de un futuro sostenible. Esta innovación demuestra que se pueden desarrollar fuentes de energía más seguras que las actuales baterías de iones de litio. Los posibles usos futuros incluyen circuitos y sensores comestibles, capaces de monitorear las condiciones de salud, pero también el estado de conservación de los alimentos. Además, dado el alto nivel de seguridad de estas baterías, estas tecnologías también podrían usarse en juguetes para niños más pequeños, donde el riesgo de ingestión es alto. De hecho, ya estamos desarrollando dispositivos con mayor capacidad y tamaño más pequeño”.

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