Ignacio Dolz de Espejo | Mutuactivos

Por Ignacio Dolz de Espejo

  • 15 junio, 2021
  • Ignacio Dolz de Espejo | Mutuactivos

    Por Ignacio Dolz de Espejo

    • 15 junio, 2021

    La posible implantación de un tipo mínimo del 15% para las grandes multinacionales y la posibilidad de que se permita recaudarlo donde generen el negocio abre un nuevo debate en el terreno económico y financiero. El porcentaje de los beneficios generados en el extranjero que las grandes multinacionales americanas han aparcado en paraísos fiscales se ha doblado desde el año 2000 hasta suponer un 63% de lo que generaban en 2018. La OCDE estima que, ese año supuso entre el 4% y el 10% de los ingresos fiscales a nivel mundial o entre 100.000 y 240.000 millones de dólares. Hoy, la carestía de ingresos provenientes de impuestos para las naciones provocada por el Covid unida al gran esfuerzo fiscal de muchos países ha puesto a estas empresas en la diana.

    ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? En 1985 el impuesto de sociedades medio a nivel mundial era del 49%; En 2018, del 24%. Pagar menos impuestos no es negativo per se: el ministro de finanzas de Reagan, Laffer, demostró que, a menores impuestos, mayor recaudación, ya que el país crece más y se reduce la economía sumergida. Pero competir internacionalmente a base de menores impuestos sí ha generado desequilibrios. Irlanda tiene un tipo del 12,5%, y Bermudas del 0%, pero tanto en el primero como en las Islas Caimán y Singapur, algunas desgravaciones llevan al tipo efectivo sobre los beneficios de las compañías extranjeras más bien cerca del 5%. La búsqueda de la eficiencia fiscal y la globalización de las compañías ha incitado a las empresas a tributar donde menos costoso sea.

    Analizándolo desde el lado de las empresas, las multinacionales declaran el 25% de sus beneficios en paraísos fiscales, aunque sólo el 11% de sus activos tangibles y menos del 5% de su personal están en esas naciones. ¿Cómo lo consiguen? Entre otros medios, registrando su propiedad intelectual en esos países y “prestándola” a sus filiales o a las matrices residentes en los países donde tienen la gran masa del negocio. Dado que el peso de la propiedad intelectual es cada vez mayor (videos, streaming, software…), el problema se ha ido haciendo cada vez más grande.

    El porcentaje de los beneficios generados en el extranjero que las grandes multinacionales americanas han aparcado en paraísos fiscales se ha doblado desde el año 2000.

    Impuesto mínimo del 15%

    Hace unos meses, Yanet Yellen, la Secretaría del Tesoro de EE. UU y ex Gobernadora de la Reserva Federal propuso un impuesto de sociedades global mínimo del 15% para reducir el problema, aumentar la recaudación y generar un marco homogéneo a nivel global que evite que cada país decida cuánto quiere recaudar de las multinacionales, como ya están haciendo algunos países europeos. Hace unos días, el G7 aprobó avanzar de manera inmediata hacia ese objetivo y, sorprendentemente, parece que lo pueden conseguir.

    El plan enunciado en el G7 es doble. Por una parte, pretende imponer un impuesto de sociedades de, como mínimo, un 15% y por otra re-alocar el derecho a cobrar impuestos hacia los países donde las multinacionales generan la actividad económica en lugar de donde deciden tributar. El segundo objetivo debería permitir que los países donde estas empresas venden más sean capaces de acaparar mayor proporción de los impuestos.

    Pero, además, quieren establecer un marco de tributación global homogéneo que evite la heterogeneidad que se estaba empezando a imponer.

    Atentos a la jugada fiscal: posible impuesto global a las multinacionales | Blog MutuactivosCompetir internacionalmente a base de menores impuestos ha generado desequilibrios.

    Ganadores y perdedores

    ¿Quién gana y quien pierde? Los primero serían los países donde estas empresas generan muchas ventas y apenas pagan impuestos Los países más pobres también saldrían beneficiados, aunque ya se están quejando de que este sistema es demasiado complicado como para ser efectivo en la práctica para sus haciendas locales.

    Los perdedores más obvios son los paraísos fiscales o países con impuestos de sociedades bajos y/o grandes deducciones fiscales. Bermudas, las Islas Vírgenes Británicas y las Islas Caimán tienen impuestos de sociedades del 0%. No recaudan nada, pero obtienen grandes ingresos de los abogados, financieros y otro tipo de servicios corporativos instalados allí para dar servicio a las empresas. Supusieron el 60% de los ingresos de las Islas Vírgenes en 2018. También perderían países europeos como Irlanda y Chipre, con impuestos de sociedades del 12,5%, y otros como Luxemburgo y Holanda, que han creado sistemas que permiten estructuras fiscales que ayudan a las empresas a pagar menos impuestos.

La posible implantación de un tipo mínimo del 15% para las grandes multinacionales y la posibilidad de que se permita recaudarlo donde generen el negocio abre un nuevo debate en el terreno económico y financiero. El porcentaje de los beneficios generados en el extranjero que las grandes multinacionales americanas han aparcado en paraísos fiscales se ha doblado desde el año 2000 hasta suponer un 63% de lo que generaban en 2018. La OCDE estima que, ese año supuso entre el 4% y el 10% de los ingresos fiscales a nivel mundial o entre 100.000 y 240.000 millones de dólares. Hoy, la carestía de ingresos provenientes de impuestos para las naciones provocada por el Covid unida al gran esfuerzo fiscal de muchos países ha puesto a estas empresas en la diana.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? En 1985 el impuesto de sociedades medio a nivel mundial era del 49%; En 2018, del 24%. Pagar menos impuestos no es negativo per se: el ministro de finanzas de Reagan, Laffer, demostró que, a menores impuestos, mayor recaudación, ya que el país crece más y se reduce la economía sumergida. Pero competir internacionalmente a base de menores impuestos sí ha generado desequilibrios. Irlanda tiene un tipo del 12,5%, y Bermudas del 0%, pero tanto en el primero como en las Islas Caimán y Singapur, algunas desgravaciones llevan al tipo efectivo sobre los beneficios de las compañías extranjeras más bien cerca del 5%. La búsqueda de la eficiencia fiscal y la globalización de las compañías ha incitado a las empresas a tributar donde menos costoso sea.

Analizándolo desde el lado de las empresas, las multinacionales declaran el 25% de sus beneficios en paraísos fiscales, aunque sólo el 11% de sus activos tangibles y menos del 5% de su personal están en esas naciones. ¿Cómo lo consiguen? Entre otros medios, registrando su propiedad intelectual en esos países y “prestándola” a sus filiales o a las matrices residentes en los países donde tienen la gran masa del negocio. Dado que el peso de la propiedad intelectual es cada vez mayor (videos, streaming, software…), el problema se ha ido haciendo cada vez más grande.

El porcentaje de los beneficios generados en el extranjero que las grandes multinacionales americanas han aparcado en paraísos fiscales se ha doblado desde el año 2000.

Impuesto mínimo del 15%

Hace unos meses, Yanet Yellen, la Secretaría del Tesoro de EE. UU y ex Gobernadora de la Reserva Federal propuso un impuesto de sociedades global mínimo del 15% para reducir el problema, aumentar la recaudación y generar un marco homogéneo a nivel global que evite que cada país decida cuánto quiere recaudar de las multinacionales, como ya están haciendo algunos países europeos. Hace unos días, el G7 aprobó avanzar de manera inmediata hacia ese objetivo y, sorprendentemente, parece que lo pueden conseguir.

El plan enunciado en el G7 es doble. Por una parte, pretende imponer un impuesto de sociedades de, como mínimo, un 15% y por otra re-alocar el derecho a cobrar impuestos hacia los países donde las multinacionales generan la actividad económica en lugar de donde deciden tributar. El segundo objetivo debería permitir que los países donde estas empresas venden más sean capaces de acaparar mayor proporción de los impuestos.

Pero, además, quieren establecer un marco de tributación global homogéneo que evite la heterogeneidad que se estaba empezando a imponer.

Atentos a la jugada fiscal: posible impuesto global a las multinacionales | Blog MutuactivosCompetir internacionalmente a base de menores impuestos ha generado desequilibrios.

Ganadores y perdedores

¿Quién gana y quien pierde? Los primero serían los países donde estas empresas generan muchas ventas y apenas pagan impuestos Los países más pobres también saldrían beneficiados, aunque ya se están quejando de que este sistema es demasiado complicado como para ser efectivo en la práctica para sus haciendas locales.

Los perdedores más obvios son los paraísos fiscales o países con impuestos de sociedades bajos y/o grandes deducciones fiscales. Bermudas, las Islas Vírgenes Británicas y las Islas Caimán tienen impuestos de sociedades del 0%. No recaudan nada, pero obtienen grandes ingresos de los abogados, financieros y otro tipo de servicios corporativos instalados allí para dar servicio a las empresas. Supusieron el 60% de los ingresos de las Islas Vírgenes en 2018. También perderían países europeos como Irlanda y Chipre, con impuestos de sociedades del 12,5%, y otros como Luxemburgo y Holanda, que han creado sistemas que permiten estructuras fiscales que ayudan a las empresas a pagar menos impuestos.