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11 DE DICIEMBRE |

¿Han acabado los servicios de streaming con el cine tal y como lo conocíamos?

Los servicios de streaming son una parte vital de muchas personas a día de hoy, pero, ¿su presencia ha acabado con el cine?

Más de 100 millones de usuarios. Esa es la cifra que resume la actividad de Netflix y, por extensión de los servicios de streaming en el mundo. Una cifra que reduce el trabajo del cine tradicional a una experiencia diferencial y que, en muchos casos, las productoras no están sabiendo encajar.


Todo lo relacionado con los cambios tecnológicos asusta, y más cuando ha sido un cambio que ha “avisado” durante años sin que la industria tradicional haya sabido adaptarse. Pasó con los móviles en su momento, con caídas tan sonadas como Nokia o Blackberry, y está pasando desde hace más de una década con el cine.

La extensión del uso de plataformas como Netflix, HBO o la reciente intromisión de Amazon, con la industria cinematográfica vive un momento de cambio estructural y de consumo.

Las orejas del lobo son muy fáciles de identificar: el usuario ha cambiado su forma de consumir contenido audiovisual. Primero por la mejora de la tecnología permite ver películas en 4K en casa, con una calidad en ocasiones mejor que el propio cine. Y segundo porque estas plataformas están sabiendo adaptarse a las necesidades de los consumidores ya que son capaces de abordar proyectos rupturistas e innovadores a la hora de contar historias y plantear la difusión de las mismas.

El trabajo del contenido audiovisual ha cambiado y la industria del cine debe entender y reinterpretar la forma de consumirlo actual.

Un ejemplo por todos conocido es la película Okja, presentada en el festival de Cannes este mismo verano y que ha podido realizarse gracias al apoyo en la producción de Amazon. La única capaz de atreverse con una idea poco comercial en un momento en el que la industria mide la rentabilidad al milímetro.

Y es que ahora mismo el objetivo de las productoras es ser capaces de mantener una experiencia en el cine que permita mantener las salas a la vez que sus ingresos no se vean afectados, mientras que servicios como Netflix buscan generar comunidades de consumo de vídeo sin miedo a dejar la producción si no funciona, como ha ocurrido recientemente con Sense 8.

Ahora vivimos un cambio en el que internet está cambiando al cine, aunque si echamos un vistazo a los ingresos de taquilla en Estados Unidos, desde el año 2000 se han incrementado en 51%, después de tomar decisiones tales como no producir una película de Scorsese por el batacazo de la anterior (Silence) y que solo Netflix haya decidido apoyarla. 

El cambio de consumo también pasa por los formatos, no solo por la temática de los contenidos. Ha crecido el consumo de series que se abren directamente eliminando las barreras de “esperar al próximo capítulo”. Una forma de consumo que facilita la recurrencia y que genera muchos más accesos a Netflix que a algunas plataformas sociales de forma mensual.

Sin entrar en la forma de dar a conocer sus servicios. Plataformas como Netflix ha reinventado la forma de promocionar su contenido hasta el punto de parodiarse a sí mismo, como ocurrió el año pasado con la segunda temporada de Narcos o con los recientes spots de Stranger Things. 

El trabajo del contenido audiovisual ha cambiado y la industria del cine debe entender y reinterpretar la forma de consumirlo actual. Dejar de ver los 100 millones de usuarios como una amenaza y abordarlo como oportunidad. Una forma de crear valor en lo tradicional sin dejar de lado el consumo actual de vídeo, películas y series.

Lara Falcón

Lara Falcón

Comunicación online